FRANQUISMO
Y ya que nos referimos en nuestro anterior apunte cibernético a la libertad de expresión, tomemos nota de otra muestra sociopolítica para saber cómo le va hoy en la patria a este valor constitucional, esencia de la vida humana tras el de la vida misma, si es que hemos de distinguirnos de los borregos sumisos y los corderos que se dejan llevar en silencio al matadero. Así que, por lo visto, derecho a expresarse, a expresar opinión, sobre todo si es verdadera opinión (fruto de la investigación o la reflexión) y no exabrupto articulado, sólo la tiene el que coincide con ellos. Que ¿quiénes son ellos? Por favor, no nos hagamos los tontos, que esto muy serio. Los que tienen por costumbre desde siempre en este país poner verde a la Iglesia católica por lo que hace, porque en realidad hay cosas que hace o ha hecho de las que a ellos les gustaría tener el monopolio (envidia cochina, vamos, no de la “sana”). No me refiero, por supuesto, al mantenimiento de la cultura clásica ni a la fund