Al igual que la Constitución expresa una promesa (o, mejor, com/promiso) más que una realidad ya lograda, en la Web del Foro para la Concordia Civil al que pertenezco y de cuyo blog particular saco esta entrada bloguera (http://foroparalaconcordiacivil.com/) pretendemos ocuparnos de lo que debería ser común o unirnos a todos los españoles, por encima de las legítimas discrepancias de interés u opinión en cuestiones particulares. Nuestra intención es ejercer la discusión u observación crítica (enjuiciadora) de la realización efectiva de los valores constitucionales, más allá o más acá de la pluralidad ideológica partidista.
Entre las
muchas alteraciones, adulteraciones y corrupciones que padece hoy nuestra
patria, elegiré para estrenar este otro blog hermano un caso de lo que considero ejemplo puro
de demagogia, es decir, de aberración democrática: un atentado a la justicia
enmascarado de igualdad. Creo que tiene especial carácter ilustrativo y
pedagógico por su cercanía al absurdo lógico, de modo que se aproxima a lo
idealmente indiscutible cuando se advierte lo que esconde su falsa apariencia
de razonabilidad.
Supongo que
compartimos la evidencia de que no hay círculos cuadrados. (Dejamos aparte el
problema milenario de la cuadratura del círculo, que tiene una significación
específicamente geométrica; éste al que me refiero, en cambio, es puramente
lógico o lingüístico.) Más aún: es imposible que los haya, porque se trata de
una estricta contradicción. Bien. Pues, por lo mismo, hay que sostener que no
existe ningún bien material “gratis para todos”, por muy seductora que resulte
al sentimiento esta imposibilidad racional y por más frecuente que sea
confundir hasta tal punto el deseo con la realidad. Debido a esa típica
ofuscación del deseo, resulta algo menos transparente que el absurdo del
círculo cuadrado, pero basta un solo movimiento argumental para reconocerlo:
los bienes materiales, además de ocupar un espacio y un tiempo determinados,
tienen un coste ineludible, es decir, no son ni pueden ser gratis para todos.
Así, si algún bien material resulta gratis para alguien es porque otro alguien
está corriendo con los gastos.
Dicho de otro
modo: a diferencia de los burros voladores y los tréboles de cuatro hojas, la Hacienda
estatal existe, pero no somos todos (como afirmaba la propaganda gubernamental
de hace algunos años), ni mucho menos, sino sólo los paganos, es decir, la
clase media asalariada acorralada implacablemente por el fisco. (Claro que a
veces Hacienda desaparece, pero sólo para algunos: las amnistías fiscales, descaradas
o enmascaradas, que perpetran los Gobiernos son para los más pudientes y poderosos.)
Los partidos y
los Gobiernos, sin embargo, suelen jugar con y reírse de nosotros manipulando
el uso de las palabras, para hacernos comulgar con ruedas de molino (la única
comunión actualmente vigente, por desgracia, en la política de nuestro país). Repárese,
por ejemplo, en la extendida falacia acerca de la gratuidad de los libros
escolares, que el año pasado mismo reivindicaba aún el Defensor del Pueblo (http://www.defensordelpueblo.es/es/Documentacion/Publicaciones/monografico/Libros_texto_corregido_con_ADENDA_ULTIMO.pdf),
entre otros agentes políticos (http://www.cadenaser.com/sociedad/articulo/defensora-pueblo-unicef-piden-gratuidad-libros-texto/csrcsrpor/20140909csrcsrsoc_7/Tes),
aunque sólo se cumple plenamente en la Comunidad Autónoma que sigue la última
de la fila en todo, sobre todo en educación y economía (o sigue estando a la
cabeza de la ignorancia y la pobreza), tras 37 años de “democracia”: nuestra
Andalucía. Basada en una redacción imprecisa de nuestra propia Constitución
cuando dice que la enseñanza básica debe ser “obligatoria y gratuita”, oculta o
induce a dar por supuesta la falsa lógica de que si la educación es obligatoria
para todos también debe ser gratuita para todos, en lugar de lo que sí es
lógico y necesario deducir: para todos los que no puedan pagársela. De hecho,
sin embargo, lo que esta medida consigue, tras la bondad de su apariencia, es
la aniquilación igualitarista no sólo de la justicia, sino de la educación
misma, como es fácil advertir, sobre todo si se llevan más de veinte años en la
profesión de la enseñanza (caso del servidor que suscribe). En efecto, el
efecto de medida es el siguiente:
a) aumenta la
desigualdad y la injusticia, puesto que los menos pudientes, que antes se
pagaban los libros mediante el sistema de becas, ahora se los pagan a los más
pudientes a través de la “confiscación” fiscal (libros gratis hasta para
quienes no necesitan la gratuidad, a costa de quienes no pueden comprárselos
pero pagan impuestos que no podrán dedicarse, por ejemplo, a más becas para
quienes las necesitan);
b) los alumnos
aprenden que no hay que gastarse un céntimo en libros, aunque se los gasten diariamente
en chucherías, de modo que el profesor no se atreve a recomendar al alumnado (casos
heroicos aparte) que compre libro alguno diferente de los manuales escolares
que son dispensados en el colegio (no “gratuitamente”, por supuesto, sino a
cargo de la “confiscación” fiscal supuestamente progresista y políticamente
correcta pero realmente nefasta y demagógica que hace más pobres a los pobres y
más ricos a los ricos);
c) el alumnado
aprende igualmente que los libros no son bienes para conservar, repasar y
consultar en casa, puesto que se quedan fuera de ella, en el colegio, para
pasar de unas manos a otras cada año sin quedarse en ninguna de ellas (“como la
falsa mone’a, que de mano en mano va y ninguno se la que’a”).
En suma, no
sólo los alumnos menos pudientes resultan así menos pudientes, sino que todos
en general resultan empobrecidos no ya en lo económico, sino en un bien mayor
que, además, sería el único que podría sacarlos de cualquier pobreza: en su educación
o cultura, pues aprenden que los libros son raros objetos que hay que mantener
lejos del hogar y de cualquier inversión económica. (Que este indudable y
perverso efecto responda a la simple estupidez o a una malévola intención es
algo tan indiferente como indiscernible: la apariencia y el resultado son los
mismos para un caso y su contrario.)
No era este
caso, sin embargo, al que quería principalmente referirme, sino al de la
graciosa o gratuita “renta básica” para todo ciudadano que un “nuevo” partido
político cree que “Podemos” permitirnos (http://podemos.info/wordpress/wp-content/uploads/2014/05/Programa-Podemos.pdf, pg. 77/36, aunque la noticia era interpretada tal cual en los diversos medios, como éste: http://www.libremercado.com/2014-06-01/la-propuesta-estrella-de-podemos-650-euros-al-mes-para-todos-sin-ninguna-condicion-1276520132/?fb_action_ids=790825950929635&fb_action_types=og.comments&fb_source=aggregation&fb_aggregation_id=288381481237582).
Nada puede resultar más atractivo tanto al deseo egoísta como a la benevolencia
altruista que la concesión de una asignación económica a
cualquier ciudadano "por el mero hecho de serlo"; incondicional, vamos, por más que en caso de trabajar se le pida la devolución, pues se está tentando a la opción de seguir recibiéndola si uno no quiere trabajar alegando lo que le dé la gana o alegando "el mero hecho de ser ciudadano". No en vano coincide con el
objetivo de bienestar y dignidad propio de todo humanismo que se precie de tal.
El problema está en la nota de incondicionalidad y en la posible falta de
adecuación entre el fin y la manera de lograrlo. De manera que, de haber
razones en contra, ninguna otra propuesta podría superar a ésta en “calidad”
demagógica. Por eso hay que pensar, no sólo sentir. Pensemos un poco, un
mínimo, para aproximarnos a la realidad. El deseo y la buena voluntad se
presuponen en todo el mundo, así que no vale pretender diferenciarse por ellos.
Veamos, pues:
¿qué pasaría si se aplicara una renta sin contraprestación obligatoria a todo ciudadano? El
disparate de los “650 euros al menos para todo ciudadano sin ninguna condición”
se ve muy bien con este ejemplo. Tengo un cuñado que está casado y tiene dos
niños. Gana 1000 euros y la mujer no trabaja (fuera de casa) ni tiene ingresos.
Si se aplicaran estas medidas, la situación pasaría a ser la siguiente: mi
cuñado ganaría 300 euros más al mes, porque su mujer ingresaría 650 sin
trabajar y él lo mismo dejando de trabajar: se dedicaría al bricolaje, que es
lo que le gusta. Lo pagaríamos mi mujer y yo ganando menos y trabajando más (aunque,
como somos funcionarios, en realidad esto nos está pasando ya, aun sin “renta
básica universal”); no, por supuesto, los profesionales liberales que no
contribuyen al fisco como deberían ni nunca los van a pillar, ni otros ciudadanos
que obtienen ingresos por economía sumergida ni, por supuesto, las grandes
fortunas que o se pagan abogados para defraudar al fisco o, si los pillan,
serán indultados con oportunas amnistías fiscales o sencillamente con amiguetes
en el Tribunal Supremo. O sea: lo que se llama una medida llena de
conocimiento, inteligencia, igualdad y justicia. Un hallazgo. Pero ¿cómo no se
nos había ocurrido antes en casi cuarenta años de democracia?
Lo que hemos
tenido que esperar para que aparezca otro Pablo Iglesias. Viva el comunismo
(nacido en el s. XIX, muerto en el s. XX y en trámites de resurrección, si Dios
no lo remedia, para el s. XXI): “libros gratis para todos” y “sueldo gratis
para todos”. ¿Podemos cuadrar este círculo? Ustedes dirán.
Pepe, con lo que vales y lo que te aprecio sigo sin entender cómo tragas y alimentas a ojos cerrados ese tipo de difamaciones tan fáciles de contrastar. La propuesta de la renta básica nunca ha sido, ni en Podemos ni en ningún otro sitio, "para todo ciudadano sin ninguna condición". Con esto va a ocurrir lo mismo que con la auditoría de la deuda, que ahora dicen que Podemos se ha retractado pues ya no aboga por el impago sino por su reestructuración, cuando siempre ha dicho lo mismo: auditoría para determinar qué cantidad corresponde en verdad a los agentes públicos y reestructuración de la misma para mantener las prioridades sociales. Y si no al tiempo. Pero bueno, cada cual sabrá dónde y cómo decide seguir informándose a estas alturas de la película. Un abrazo.
ResponderEliminarQué alegría “oírte”, José Luis. Existo porque me escuchas, porque yo también te aprecio, como sabes, pese a nuestras diferencias. Y como filósofos (personas filosofantes) tenemos que mantener la fe racional en que de la discusión sale la luz.
EliminarNotas que no me invento el titular, aunque cuestionas mis fuentes y mi confianza. Lo cual me extraña. Porque remito a la fuente original, el programa de Podemos que está publicado en pdf en su página Web. No se trata, por tanto, de autoridades ni créditos o creencias ni de gargantas profundas.
Lo que sí queda pendiente es que realmente entres a criticar lo que no tengo más remedio que deducir de la escueta declaración de "Podemos" (" renta básica para todos y cada uno de los ciudadanos por el mero hecho de serlo"), es decir, que lo enjuicies o lo ajustes con afirmaciones justificables. Lo que, ya digo, tengo que deducir o imaginar viene inducido por el caso que expongo con análogas merecimientos para calificarlo de error monumental. Es decir, que no se trata de un simple “quítame allá otra vez esa paga extra”, sino de auténticas barbaridades perpetradas no en Rusia o Alemania el siglo pasado, sino actualmente en España.
Si quieres que lo discutamos en perspectiva más técnica o científica, te remito a la consigna de K. Marx en su “Crítica al Programa de Gotha”, aquella tan benevolente como cándida y contraproducente: que el Estado (totalitario, claro; paternalista e impertinente) procure “a cada cual según su necesidad y de cada cual según su capacidad”, que parece ocurrencia del Diablo (“Embustero”, en griego) para parecer que busca el bien al tiempo que se asegura nuestra ruina. Demagogia en estado puro, vaya. O estupidez morrocotuda, de la que somos perfectamente capaces los humanos, pero no sólo los del partido de enfrente, sino los de todos los frentes. (Perdona que tenga la osadía de procurar llamar a las cosas por su nombre, aunque algunas sensibilidades puedan sentirse heridas; yo es que procuro tenerlas en cuenta a todas. De todas formas, lo hago con las cosas más bien que con las personas, verbi gratia: “Ud. no será un ladrón, pero esto un robo”.)
¿Podemos discutirlo? Yo creo, más bien, que Debemos. Incluso se me ha ocurrido un partido con esa proclama, “Debemos” (ya sabes que soy más kantiano que marxista); lo que ocurre es tendría menos votos que Vox e incluso podría matar a muchos de risa.
Un abrazo.
Es muy sencillo, Pepe. Se habla literalmente del "Derecho a una renta básica para todos y cada uno de los ciudadanos por el mero hecho de serlo". Es ese derecho, por tanto, lo universal, no su aplicación, que dependerá de condiciones que habrán de concretarse, del mismo modo que es universal el derecho al paro o a la prestación sanitaria pero no se ejercen cuando se tiene trabajo o no se precisa asistencia sanitaria. Es tan obvio que de verdad me cuesta mucho entender que no se entienda. Un abrazo.
ResponderEliminarMás que sencillo, José Luis, yo lo veo tenebrosamente claro, que diría Ortega. ¿Sencillo? Sencillo es "dos por dos son cuatro (en base diez)". El problema se complica cuando preguntamos quiénes son ese par de dos y qué van a hacer juntos. Yo muestro una previsión, una posible consecuencia, hago un ejercicio de pensamiento consecuencial, o sea, de pensamiento responsable, y me asusto, pero tú no me tranquilizas. Lo ves tan claro que no me explicas ni aclaras nada, lo cual aumenta mi susto. Hay un punto de partida que no es nada claro en absoluto: aplicar a esto la palabra "DERECHO": eso, para mí, en expresión que ya me conocerás, es derechitis, confusión entre mi gusto y lo justo. Los derechos hay que mostrarlos y razonarlos. Si no, pasa lo que hoy pasa: que se los ponemos a los simios y se los quitamos a los niños. Lo que yo veo simple, pero pavorosamente simple, es que no te pongas en mi lugar y simplemente arguyas que no te cabeza lo que yo pienso. ¿Por qué no me respondes al caso que planteo y me parece no un derecho sino una injusticia y un abuso? ¿Has desesperado de mi entendimiento?
EliminarNo entiendo, pensaba que cuestionabas la viabilidad de otorgar una renta básica de forma indiscriminada, y te he respondido que nunca se ha planteado tal cosa. ¿De qué caso hablas? ¿Cuál es tu pregunta concreta?
EliminarClaro que lo cuestiono, pero por algunas razones que expongo en mi entrada bloguera. No me vale como respuesta, porque no me aclara nada, la simple reiteración de "nunca se ha planteado tal cosa". Mi pregunta concreta es obvia: ¿no piensas que una medida como ésa produciría efectos perversos como el que sugiero en mi escrito acerca de "mi cuñado"?
EliminarSí. Por eso no es eso lo que se plantea. Tu temor y tu acusación a Podemos carece de fundamento. Estás discutiendo con bulos promovidos por intereses espureos a los que, sin duda inadvertidamente, querido Pepe, das alas. Abrazos.
ResponderEliminarJosé Luis, no vale acusar de aquello en lo que se incurre. Me dices al principio que doy créditos a bulos, cuando cito el programa oficial de Podemos. Y me acabas acusando, igualmente, de apoyar inconscientemente espurios intereses cuando, tras insistir en que lo hagas, no me aclaras, más allá del simplismo oficial de Podemos, cuál es la genuina pretensión o previsión, si es que hay algo más que un simplista deseo preadolescente o un "debería" psicopatológico, a pesar de conceder escuetamente que "sí" cabrían los efectos perversos que me temo. Todo lo que afirmo está afirmado por Podemos y confirmado por tu propia visión con tu "sí". Y sigo preguntando, en lugar de dogmatizando, si hay algo sensato que mostrar o el horizonte de posibilidades de Podemos está más desnudo que el emperador con camisa invisible para necios. Creo que deberías discutir tú las verdades si es que no quieres que se extiendan los bulos. ¿No? Abrazos.
EliminarPepe, estamos mareado la perdiz. En el programa oficial de Podemos no dice eso, te lo he puesto literalmente y te lo he explicado. Mi "sí" remite sólo al caso que planteas de tu "cuñao", que no es lo que dice Podemos. No veo mucho sentido a seguir repitiendo lo mismo cuando además es cristalino. Un abrazo.
ResponderEliminar