Indecencia gubernamental

El brazo sindicalista del actual Gobierno español estrena nueva función en la pantomima engañabobos para mantener sus privilegios a costa del pueblo allanado (sería ya equívoco y sarcástico hablar de "trabajadores" con cinco millones de parados): insinuación de "huelga general" para simular enfado por las medidas "antisociales" que pretenden atajar, al rancio modo canalla y oligárquico, la ruina a que nos han llevado. ¿Huelga general? ¿Para qué? ¿Para cambiar de medidas? Nos tienen cogida la medida; de eso no cabe duda. La única medida urgente, radical y efectiva, tanto práctica como decente, sería exigir la dimisión inmediata del Gobierno y la convocatoria de nuevas elecciones. Su incompetencia es tan palmaria que se conoce hasta en Australia (en cuanto al fondo). Su mentira cínica y constante, inocultable (en cuanto a la forma, que es lo más grave). Aunque lloviera la riqueza, nada se arreglaría: ya la había, y se ha tirado por la borda, y sigue tirándose (ninguna medida justa y adecuada). Sería como seguir escanciando líquido en un tonel con el fondo roto. El problema es este Gobierno, que ahora se ve forzado, desde fuera de nuestras fronteras, a practicar la política exactamente contraria a aquella que supuestamente le define y por la que pidió el voto. Porque la Unión Europea, y hasta Norteamérica, no están dispuestos a  consentir la amenaza de padecer la misma suerte que España por culpa de los mismos. Si el Gobierno actual tuviera un mínimo de vergüenza, se borraría del mapa que ha estado intentando borrar: España. Si no lo hace, es que carece de la más mínima decencia. No cabe otra "lectura" de la farsa como no sea la de la farsa misma y los que viven de ella a costa de los otros: los que trabajan, cobran poco y lo pagan todo; como en los viejos tiempos de antes del "socialismo". No cabe suponer que tenga lugar el cambio requerido, aunque no podamos dejar de esperarlo. Porque la demagogia no tiene ideología ni partido. Y el miedo a la verdad, que alimenta el prejuicio y la contumacia hasta la ruina consumada, tampoco. Mejor dicho: engañantes y engañados, el sistema de la indecente farsa, son todos siempre del PP: el Partido Propio.

Comentarios

  1. José Luis Romero14 de mayo de 2010, 17:47

    Estimado Pepe, comparto la actitud que expresas, pero matizaría:

    Aunque haya incompetencia y despilfarro, el problema real de la deuda no es el tamaño de la misma, que no es desproporcionado ni en España ni en Portugal ni en Grecia, sino la escasez de fuentes de ingresos para afrontarla, debido a las medidas derechistas y antisociales de reducción de impuestos al capital, de socialización de las pérdidas y de privatización de las ganancias.

    El principal problema del Psoe y la socialdemocracia actual es ser una pseudoizquierda y buscar la cuadratura del círculo, pues no se puede nadar y guardar la ropa, servir a Dios y al dinero, o a la justicia social y al Capital, porque tarde o temprano hay que elegir, y cuando llega el momento está claro qué eligen.

    Y es que en realidad el PP (Partido Propio) no es propio sino bien ajeno, pues es siempre el PC (Partido del Capital), al que sólo cabe oponer el PA (Partido Anticapitalista), es decir, un auténtico PC (Partido Comunista), si es que lo hay, o al menos lo que más se le parezca, aunque seguramente sólo habrá tal cuando haya una base social sólida movilizada en esa dirección.

    Un abrazo, José Luis

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  2. Estimado José Luis: gracias por regalarme un comentario y compartir mi afán de comunicación en este humilde rincón de la Red. Estamos de acuerdo con lo que dices, muy perspicazmente, en tus dos primeros párrafos. Sólo querría discutir, por mi parte, un palabra del primero (“derechistas”) y algo más del tercero.

    No me gusta lo de medidas “derechistas” porque usa descalificativamente el término, cuando, hoy por hoy, refiere a una de las posiciones legítimamente posibles en la discusión política. Derecha e izquierda son dos bandas contiguas en que cabe dividir el espectro del pluralismo político en una democracia de Derecho. Y no debe olvidarse, sino suponerse, que comparten un denominador común que las legitima: la Constitución de nuestro Estado, España, “social y democrático de Derecho”. No son, pues, enemigos, sino dialogantes. Lo que implica, naturalmente, que no estoy de acuerdo en lo que implica tu uso de la palabra y luego se explicita cuando hablas de “pseudoizquierda”, a saber: que sólo la izquierda sería posición admisible y justa. Me parece una clasificación propia de un maniqueísmo decimonónico.

    Del tercer párrafo surge una discusión más de fondo, en la que estamos enredados todavía en España, o sea, que no son sutilezas bizantinas ni meros escolaticismos teóricos. Muy al contrario, en su dilucidación nos jugamos no sólo la unidad de destino de España, sino algo mucho más universal y metafísico: el destino moral personal y colectivo. Hablas del comunismo como si fuera una verdad clara y distinta e indiscutible en última instancia. Pero su referencia teórica e histórica dista mucho de merecer esta consideración tan benevolente y generosa, que yo considero ingenua. Veamos. ¿A qué te refieres con “comunismo”?

    Simplificando por ahora, para ir al grano, la teoría comunista, en su dimensión económica no puede presumir de primacía respecto a otras doctrinas económicas; en cuanto práctica económica, sí puede contar con un fracaso patético; y sólo podría reclamar, para quienes se reclaman de él (y los hay así, lo sabemos: los Fernández Liria en España, sin ir más lejos), una brumosa y dudosa consideración utópica: aún no se habría realizado “porque no lo dejan” (o por lo que sea), pero subsiste la bruma: ¿qué es eso que aún no se ha practicado, aparte de lo que unos cuantos iluminados presumen de conocer como un arcano, permitiéndose insultar a otros ciudadanos con nombres y apellidos en manuales de “Educación para la ciudadanía”?

    En otra dimensión teórica, la ética, la referencia común del “comunismo” adolece de una falta fatal: para empezar, desprecia el Derecho y la "democracia formal", por reducirlo tan confusiva como injusta y discutiblemente, a una perversidad “burguesa”, como defendiera K. Marx (tomando la parte por el todo y sin percatarse de la diferencia entre contexto de descubrimiento y contexto de justificación; sin paciencia ni lucidez para la diferencia entre lo que crece y lo que se consuma, como es ley de la vida en todos sus planos; en fin, con espíritu revolucionario incapaz o impotente para la reforma, pese a que la historia ha demostrado la posibilidad de la reforma, aparte la persistencia de la injusticia y la barbarie). De ahí que propugne y practique el maquiavelismo de utilizarlo como medio, si conviniera (o, como dijera el ex ministro de Zapatero, Bermejo, tan autodefinidos de “rojos” los dos, “según lo aconseje la jugada”), para la verdadera pretensión comunista: la dictadura del proletariado como “verdadera democracia”. Ya. Y yo tengo en mi casa un pipo que pone agua fresquita y soy un santo, aunque nadie me lo reconozca. Y me chupo el dedo siempre que puedo. Ya lo decía el marxista Largo Caballero: iremos a lo que vamos, ganemos o perdamos las elecciones: la revolución, la guerra civil. El truco del almendruco de la “república”… socialista soviética, o sea, la de las checas como Guantánamos avant la lettre.

    SIGO EN OTRO POST; aquí no cabe ya mi respuesta completa.

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  3. Y esto ya se refiere a lo más grave e inaceptable, dentro de la ética “comunista”: la radical dimensión moral, más acá de la jurídico-política. Pero, desde Marx, el comunismo es la ideología del terror; una filosofía criminal de inmoralidad cínica, por más que sólo haya tenido bemoles para denunciarlo sin contemplaciones… la Iglesia católica en distintas encíclicas. El comunismo, que en su referencia común es marxista, es el absolutismo endiosado, delirante y asesino que más muertos ha producido en la historia, como versión perversa y atea del mesianismo. Es puro maquiavelismo moral, lo contrario de lo moral. Lo moral lo definió clara y distintamente Kant en el siglo anterior a Marx: es el imperativo absoluto de “tratar a la humanidad, tanto en la propia persona como en la de otros, siempre al mismo tiempo como un fin y nunca meramente como un medio”. Lo que, con Sócrates, Jesús, M. L. King y Gandhi (tampoco son muchos, aunque sean suficientes; lo malo es lo que abunda; es difícil salir de la caverna, como avisara Platón), implica no la negación al derecho de resistencia (sólo del tiranicidio, o sea, la revolución, o sea, el asesinato, la checa, la guerra), sino la propuesta de la resistencia más activa, valiente, humana, admirable y digna: la resistencia de la no-violencia, con pura fuerza moral, basada en la revolución moral que supone la única violencia admisible y biófila (“El Reino de los Cielos es de los que se hacen violencia a sí mismos”, enseñó Jesús, un auténtico maestro, como Gandhi; no un pegatiros y firmapenasdemuerte como Che Guevara, cuya emblemática idolatría comunista no me parece sino corrupción de menores, bien aprovechada por el comercio en tantísimos iconos tan banales como venales).

    De manera, José Luis, que espero que me aclares y nos revises o redefinas una noción tan espinosa y tan poco inocente o inocua como la del “comunismo” que propugnas como una verdad consabida, presupuesta, legítima y obvia.
    TERMINO EN UN TERCER POST

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  4. De todos modos, pese a extenderme tanto (la cosa, sin duda alguna, lo merece y necesita), aún te añado o anticipo lo que me parece un error fatal en el innegable y recalcitrante maniqueísmo o pueril simplismo que supone hipostasiar o condensar en un chivo diabólico como el “Gran Capital” el mal de la humanidad y de España. Esto es: este dictamen (oriundo de Rousseau y de K. Marx) obvia lo que me parece una verdad como una catedral (permite que elija mis metáforas): las estructuras socioeconómicas (la “circunstancia” del yo, que diría Ortega) no sólo son un sólo factor del problema de la humana convivencia junto al de la conciencia o, más radicalmente, la libertad y moralidad de los sujetos humanos (los únicos sujetos y no sólo sujetados), sino, contra lo que dijera K. Marx, y como acredita la historia, un factor secundario y derivado. Si no cambiamos la mentalidad o el corazón, un cambio estructural, una revolución, sólo supondrá un “quítate tú pa que me ponga yo”. Yo no creo en extraterrestres ni en abducidos ni en iluminados de otra galaxia: creo que los humanos somos semejantes. Y compartimos la tendencia egoísta en lucha moral con la justicia y la dignidad. Es una ridiculez patatera o patética la tesis de Rousseau y K. Marx de que la propiedad privada es el diablo, el origen del mal. No: lo es más bien la avaricia desatada (y es en el fuero interno donde ha de darse la batalla; a él se refería Jesús cuando dijo: “No he venido a traer paz, sino guerra”). Porque, además, si así fuera, entonces estaríamos en el absurdo y en la impotencia que anula toda utopía: Uno, ¿cómo se explicaría que, siendo “buenos por naturaleza” nos transmutáramos en malos por la propiedad? Dos, ¿cómo podrían librarse de tan maléfico hechizo los “comunistas”, al contrario que los “burgueses” o “capitalistas”? De hecho, no se han librado ni se libran. Que se lo pregunten a la extinta URSS, o a Bono, o a Juan Guerra, o a Manuel Chaves, por poner tres ejemplitos que provoquen risa. ¿Cómo podría librarse de este maleficio el empresario o capitalista de la editorial Akal en que escriben su rabiña maniquea los Liria, que, sin embargo, no lo nombran? Sería sencillamente ridícula esta teoría “comunista”, si no fuera tan dañina y diabólica (ella, la que ha producido cien millones de asesinatos, récord histórico que hace del “infierno” un residencial de vacaciones). No es sino parcialidad (no verdad ni justicia), espíritu de contradicción (no crítica, imposible sin autocrítica), inmadurez adolescente y “calimera”, quejándose de la injusticia del mundo, impaciencia irrealista, sólo que convertida, con puerilidad de “perversos polimorfos” (que Freud dijera de la infancia, en consideración menos ilusa que la de Rousseau), en verdad absoluta y en arma de guerra y posesionándose revolucionariamente del destino de la humanidad.
    No, José Luis, lo que entendemos por “comunismo” no es una camisa bonita que luzca el rey de la tierra y que sólo ven los inteligentes, como cuenta el cuento: ese rey está en pelotas, por más que se eche de menos la lucidez y la valentía para denunciarlo como se merece, cosa que Kant (y no sólo Platón) ya notaba.

    Un abrazo.
    Pepe

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  5. José Luis Romero15 de mayo de 2010, 19:15

    Querido Pepe, no es la primera vez que por limitaciones temporales no me resulta posible responder con la complejidad que merece todo lo que planteas, por lo que debo limitarme a señalar que, si bien aciertas al señalar la necesidad de precisar el sentido de unos términos tan manidos y equívocos como los que están en juego, luego caes en las habituales falacias mediáticas que giran en torno a ellos al tomar la parte por el todo y lo accidental por lo esencial, por muy común que sea lo primero, pero desde Platón ya sabemos que el verdadero ser de las cosas no equivale a la apariencia de las mismas, y tú tomas sólo unas apariencias e ignoras otras no menos reales ni abundantes.

    El comunismo no es bonito ni feo, porque apenas es nada real salvo en atisbos. Es un ideal regulador que, como señalaría nuestro apreciado Kant, debe orientar la acción. No hay más que mirar a nuestro alrededor para constatar que lo que en verdad se echa de menos es la lucidez y valentía de llamar a las cosas por su nombre y defenderlo como se merece.

    Un fuerte abrazo, camarada :)
    José Luis

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  6. Amable amigo: gracias de nuevo. Pero no creo que haya tanta coincidencia entre mi punto de vista y “falacias mediáticas”, porque ya he dicho que echo de menos que fuera más compartido. En todo caso, claro, si hubiera alguna coincidencia "mediática" sería sólo eso, pero no "falacia", porque el fundamento de mi opinión y quien la comparta no es otra, creo, que la historia y la lógica.

    Es ambiguo aún tu uso del término “comunismo”. En cuanto distinto de lo histórico y presente, como ideal regulativo, podríamos estar de acuerdo abundando en lo cristiano, inspirador originario de todos los socialismos de los dos últimos milenios. Pero en cuanto insinúas que hay alguno presente malcomprendido, no puedo sino reiterar que mi objeción es de principio, no de apariencias en tanto mayor o menor grado de esto o lo otro: también la dictadura de Franco era indignante por ser dictadura, pese a ser incomparablemente más benigna que alguna presente con la que ciertos medios se muestran a mi juicio falazmente indulgentes.

    Disenso aparte, tengo la convicción de que coincidimos tú y yo en algo fundamental: no creo que mataras por ninguna causa, comunista o no, aunque quizá sí estarías dispuesto a morir si valiera moralmente la pena (cual era la posición de Gandhi).

    Un abrazo, hermano :)
    Pepe

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  7. José Luis Romero16 de mayo de 2010, 12:58

    Pepe, sí mataría en legítima defensa propia, igual que creo que debería hacerlo en legítima defensa ajena, aunque soy humano e imperfecto, por lo que no sé hasta qué punto arriesgaría mi vida en la disyuntiva de deber hacerlo.

    La postura de Gandhi me parece respetable, pero me parece errónea y no la comparto. Creo que, cuando las alternativas fallan y peligra la integridad humana, hay un uso legítimo de la violencia ante las injustas agresiones, aun cuando estas tengan el apoyo o incluso provengan de la legalidad vigente, que a ese respecto queda entonces deslegitimada.

    Un abrazo,
    José Luis

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  8. José Luis, de nuevo coincido contigo en lo primero, en tu primer párrafo: la legítima defensa, propia o ajena, es un derecho fundamental. Por eso me he referido a la legitimidad de la "violencia biófila" o en defensa constructiva de la vida (la fuente, como sabrás, mi admirado Erich Fromm en su "El corazón del hombre. Su potencia para el bien y el mal"). Igualmente reconozco humildemente no conocerme ni presumir de perfección moral, que ya sería santidad, es decir: hasta dónde llegaría en la defensa ajena.

    Ahora bien, de nuevo disiento en lo segundo. Para empezar, la postura de Gandhi fue un innegable acierto práctico, ejemplo para toda la humanidad de cómo liberar a un país entero de una tiranía, al igual que las revoluciones comunistas han sido un innegable fracaso práctico, al conducir a los pueblos a la ruina tanto física (miseria económica) como moral (dignidad de la autonomía y los derechos humanos). Para "rematar" en lo teórico, considero, con Kant, que la violencia destructiva ante un Estado (como ante un particular: venganza pura, salvajismo, inmoralidad) aniquila radicalmente el principio moral del Derecho, legalidad o racionalidad. Aquí se trata de "ser o no ser" moral (o sea, humano, civilizado). Lo que no puede ser es que ahora sigo la legalidad, ahora la infrinjo, según mis apariencias subjetivas (porque no hay tribunal que juzgue la legitimidad de obviar los tribunales: nos llevaría a un proceso infinito, imposible, absurdo). Eso es el regreso al "estado de naturaleza", ilegítimo, salvaje, de las teorías del contrato político. Una incoherencia que muy bien vio Kant frente a, por ejemplo, Locke mismo, padre del liberalismo y que, irónicamente, defendía el "derecho de resistencia" como los comunistas mismos y algunos curas "cristianos" ya anteriores (la neoescolástica española del Renacimiento: Suárez, Juan de Mariana,...) y posteriores ("teología" de la "liberación").

    Pero además Kant lo explicó con soberana lucidez, aunque a la obra de Kant le pasa como a la Biblia y al Capital marxiano: todo el mundo los refiere, pero casi nadie los ha leído. Te remito específica y suficientemente al escrito, que nunca mejor podría venir a cuento para este perenne cuestión disputada, "En torno al tópico: eso puede ser correcto en teoría pero no sirve para la práctica" (debería ser de lectura obligatoria en Educación para la ciudadanía y requisito indispensable para presentarse a representante político). Según Kant, considerar, como es tan corriente y equívocamente obvio, a la felicidad como fin de la acción humana conduce al desastre tanto en lo moral como en lo político. De ahí ese filosofema suyo (que bien merecería contar entre los más famosos) de la "Metafísica de las Costumbres" según el cual "la eudemonía(el principio de la felicidad) en vez de la eleuteonomía (el principio de la libertad en la legislación interior)... es la eutanasia (la muerte dulce) de toda moral".
    TERMINO EN EL POST SIGUIENTE

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  9. En efecto, considerar la felicidad o BIENESTAR el único o principal fin humano es un error. Si se reconoce también el fin propiamente humano de la dignidad (que nos hace "dignos de ser felices") como respeto al deber absoluto (la humanidad como fin incondicionado, nunca relativo), entonces hay que anteponerlo coherentemente al bienestar, dado que en este mundo, qué le vamos a hacer, no siempre van los dos de la mano. Alterar el orden de estos dos componentes del "bien sumo" o completo humano (virtud y felicidad; justicia y bienestar) altera por completo el producto. En moral, porque el principio de la felicidad es radical e irreductiblemente egoísta, y acaba arruinando por egoísmo toda presunta voluntad filantrópica, como muestran los hechos. En política, porque priorizar o absolutizar la felicidad (o la igualdad material) por parte del Estado hace el juego al despotismo, aunque sea bajo el ropaje paternalista (te voy a matar por bien de la humanidad; te voy a torturar por bien de tu conciencia; etc.) e igualmente a la rebelión popular que se ve privada de pan y circo. La libertad, la autonomía, el respeto, los derechos humanos, son el único valor y fin absoluto. Matarlos, o matar por cualquier otra cosa, es miseria de la peor especie: la moral. Ya lo dijo el Maestro: “buscada ante todo la justicia del reino de Dios; lo demás, por añadidura”.
    El problema añadido es que no tenemos fe en la fuerza moral como absoluto. No nos percatamos (Marx, desde luego que no) de que es siempre la convicción moral, sea la que sea, recta o perversa, la que mueve al hombre. Así, no le damos oportunidad a la moral. Y así nos va: ni chicha ni limoná, ni dignidad ni bienestar. Por ejemplo, actualmente en España.
    Un abrazo.
    Pepe

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  10. José Luis Romero16 de mayo de 2010, 17:33

    La postura de Gandhi fue un innegable acierto práctico en las circunstancias concretas en que aconteció, y que por cierto incluían la creciente amenaza violenta, que no suele mencionarse, de grupos nacionalistas hindúes, pues fue la organización y auge de éstos lo que llevó al gobierno inglés a no arriesgarse y preferir ceder ante la postura mucho más moderada y pacifista de Gandhi. La postura de Gandhi, no hay más que ver el mundo en que vivimos, es y sigue siendo un innegable fracaso práctico en la mayoría de las restantes ocasiones. Por desgracia, sin duda.

    Las revoluciones comunistas, han supuesto tanto aciertos como fracasos según el caso. Si dejamos de lado las barbaridades orientales y nos centramos en Rusia o Cuba, que por supuesto tampoco están exentas de enormes críticas según el caso, es indudable que el balance es claramente positivo, tanto en el plano de la justicia socioeconómica como en el de los DDHH, respecto del capitalismo anterior en ambos casos, y también respecto del posterior o actual en el caso de Rusia, por mucho que haya intereses en negar u ocultar lo objetivo y evidente.

    El derecho de resistencia tiene pleno sentido ante una legalidad secuestrada por los intereses particulares, pues es esto último lo que directamente atenta contra todo estado de derecho que merezca ese nombre. Por otro lado, la supuesta vuelta a un hipotético estado de naturaleza resulta una nimiedad secundaria cuando dicha injusticia legalizada amenaza la vida propia o ajena.

    La teología de la liberación, con sus posibles excesos, es sin duda lo más humano y cristiano, tanto en letra como en espíritu, que ha surgido en la Iglesia en todo el siglo XX, no hay más que leer las palabras de Jesús y ver qué era lo que realmente le preocupaba. Me sorprende que alguien tan sensible como tú no vea algo tan claro.

    Kant no es incuestionable. En el mismo texto que citas afirma claramente (p.34-5 ed.Tecnos) que los trabajadores por cuenta ajena tienen secuestrada su voluntad al depender de los dueños de las condiciones de su trabajo (sobre lo cual hipotetiza, cual marxista, que se las apropiaron por ilegítima conquista bélica) y por tanto no deberían ser ciudadanos con derecho a voto (de lo que además excluía por condición natural a la mujer, toma ya). Sin duda esto puede interpretarse de muchas maneras: por ejemplo diciendo que Kant ya vió lo que Marx explicitó, que la propiedad privada de los medios de producción implicaba una nueva forma de esclavitud bajo la apariencia de la libertad capitalista.

    Respecto al punto concreto que mencionas, me parece de lo más contradictorio de Kant, pues cuando critica toda rebelión contra la legalidad estatal y se formula la pregunta legítima "¿quién debe decidir de qué lado está el derecho?" (p.40), la respuesta debería haber sido contundente: la razón. Y cuando después concluye que de tal rebelión se seguiría una vuelta al estado de naturaleza caracterizado por la ausencia de ley (p.42-3), debería haber concluido que al acabar con una legalidad injusta se retorna, o se permite entrar quizás por primera vez, al estado de derecho hasta entonces anulado por la tiranía de quienes tenían secuestrada la legalidad estatal.

    Un abrazo,
    José Luis

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  11. Sobre este punto considero muy interesante la postura que en su última obrita expone el que fue filósofo e intelectual de primera fila Günther Anders, marido de Arendt, impulsor y lider intelectual del pacifismo y el movimiento antinuclear europeo en el siglo xx: "Estado de necesidad y legítima defensa (violencia sí o no)" (Ed. Centro de Documentación Crítica, Madrid, 2007, 63 páginas).

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  12. Bien, José Luis, esto se pone radical en el mejor sentido. A mi mostrar sin reparos mis cartas has respondido, por fin, de la misma manera. Hay que ir a las cuestiones radicales y pensarlas, ésos son los deberes siempre pendientes.
    No entiendo que digas que, más allá del caso de la India, la postura de Gandhi se ha mostrado ineficaz: desconozco que, más allá de su caso, haya habido posturas de tan alta moralidad e inteligencia que hayan falsado su tesis preclara. (Respecto a tu interpretación de su propio caso, ninguna interpretación podrá negar el hecho ni refutar la interpretación que yo sostengo; más bien al contrario, es prueba de que la gente atiende a razones y no siempre se entrega al delirio destructivo y perverso; no es de extrañar: se trataba de ingleses, gente muy civilizada.)
    Tampoco entiendo que digas que en el caso de Rusia y Cuba la violencia revolucionaria “es indudable que el balance es claramente positivo… por mucho que haya intereses en negar u ocultar”. Con ello trasladas la cuestión a un campo indecidible: el arcano, reconocido como tal por Kant, de las motivaciones o intereses. Es absolutamente imposible saber y demostrar la efectiva “buena voluntad” de una conducta incluso para uno mismo; por eso decía que la libertad moral, aunque imprescindible o “trascendental”, es objeto de “fe” (mientras que el Derecho estricto hace abstracción de motivaciones subjetivas: expone la lógica de la convivencia bajo el “postulado” de comunidad y monopoliza estatalmente la coacción necesaria para hacerlo valer ante el crimen). Pues siempre cabe interpretar hasta el hecho más aparentemente admirable de una manera rastrera, como afirma en la “Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres” (y haces tú mismo con el Imperio británico ante Gandhi). Lo que sí ha mostrado otro contradictor de la violencia revolucionaria cuyo emblema moderno fue la Revolución francesa, Hegel, es la dialéctica contradictoria y perversa de la figura moral del “alma bella” que se enroca en su buena intención hasta petrificar su corazón criminalmente. El “buenismo” no es ningún certificado de buena conducta, y además es tan barato y vano que está al alcance de cualquier psicópata sanguinario. Por ejemplo: Adolf Hitler ya escribió en su “Mi lucha” que su programa de barrido de la humanidad (eliminación de todos los no arios) era “su lucha” por mejorar la humanidad y hacerla pura, claro.
    Dejo a un lado la discusión del caso de la “teología de la liberación” para otro momento, para no apartarnos del centro. No dejaré sin señalar, de todos modos, que de “liberación” no creo que tenga mucho ni teórica ni prácticamente (es marxismo vestido de cordero evangélico), pero, desde luego, de teología, y menos “cristiana”, nada.
    TERMINO EN EL OTRO POST

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  13. Kant y el derecho de resistencia. Por supuesto, no defenderé que la doctrina de Kant sea palabra de Dios y por tanto dogma todo lo que dice (eso no lo digo, en realidad, de nada ni nadie: sólo de “la razón”, como dices, que consulto en mí y en otros, entre brumas). Pero no me caigas en argumentos ad hominem apelando a que tuvo cosas discutibles, que eso es salirse del tema. El tema es si puede hablarse de “derecho” de resistencia, o sea, violencia revolucionaria. Y ahí te replico que tu lectura (que me alegra compartir contigo: de ahí que podamos discutir, que es un gusto) admite otra hermenéutica. Dices, José Luis, que la respuesta correcta a la pregunta kantiana de “¿quién debe decidir de qué lado está el derecho?” debería haber sido “la razón”. Hombre, José Luis, por favor. Por supuesto. Pero con eso y un bizcocho, mañana a las ocho no hemos resuelto nada; ni comprendido, creo, a Kant. Porque el problema precisamente es “¿quién tiene el derecho…?” para presentarse dando tiros en nombre de la razón. ¿Quién tiene la razón? Consultemos: todo el mundo dice tenerla, junto con la mejor voluntad del mundo (la tenga o no la tenga; no hay tirano que no tenga su mito legitimador). No hay un tribunal trascendente, ni Cristo ha hecho su segunda vuelta, ni muchos lo reconocerían. Sólo tenemos el Derecho que nos demos para limitar o/y encauzar nuestra vida humana en la Tierra. Si nos cargamos el derecho, se acabó lo humano, o sea: “la razón”, perdida; tiroteada.

    En cuanto al análisis kantiano de la explotación laboral, dos cosas. Una, que no hay que ser ni kantiano ni marxista para sostener que dos más dos son cuatro en base diez, ni para denunciar su inmoralidad. Dos: que ahí está la diferencia entre Kant (y Sócrates y Jesús y M. L. King y Gandhi) y Marx: en cómo reacciono a la injusticia, si devuelvo o no mal por mal o considero que “es preferible padecer injusticia a cometerla”. Claro que, de nuevo, como bien puntualiza radicalmente Kant en esta cuestión de principios, la cuestión estriba en si confundo justicia y felicidad, amor a la justicia, defensa de la dignidad y amor a mi pellejo y a mi bienestar, por muy comprensible y legítimo que sea… como “deber condicionado” al otro. Cuestión de principio que vuelvo a mostrarte y en la que no has entrado, a la que no pareces sensible, con lo sensible que tú eres, y no es coña.
    El tribunal supremo de “la razón”, su última instancia, es la conciencia autónoma, desde luego. Ya lo sabía Kant, como también el propio cristianismo, o sea, Jesús (que dijo: “no juzguéis y no seréis juzgados”: cuestión moral arcana; no jurídica y terrenal, como suele confundirse por ingenuos “creyentes”). Se trata de la sexta y última etapa que ha distinguido Habermas, bajo la guía de Kant y Kohlberg, en la evolución moral. Y resulta que, mala pata, ya se puede desligar de la legalidad común bajo objeción de conciencia o desobediencia civil, bajo responsabilidad moral del sujeto, sin que pueda esperar que la comunidad política le conceda indulgencia. Así que reconozco que estamos ante una cuestión, por radical, escurridiza; como el Bien de Platón (que lo reconocía “más allá de la esencia”). No obstante, ese escape último se legitima ante la razón común por el hecho de intentar el diálogo y la argumentación al máximo, sin cesar, sin incurrir en el abismo de la chulería espiritual (“alma bella” trágica) al alcance de cualquier chulo de playa o de sierra. Por eso, José Luis, me voy a leer y reconsiderar lo que diga ese autor que se convirtió del pacifismo a la violencia, Günther Anders. Gracias por la sugerencia. Ya seguimos.
    Un abrazo.
    Pepe

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  14. José Luis Romero16 de mayo de 2010, 22:44

    Respecto de tu primera parte, estoy de acuerdo, pues yo no hablaba de intenciones, sino de consecuencias bien tangibles y objetivas, no sé por qué has entendido lo contrario.

    Respecto de tu segunda parte, perdón por el perogrullo, pero la legítima defensa es legítima y, más aún, debida, y por tanto no comete injusticia quien la realiza sino, puestos a ello, quien no lo hace. Y no entro en la cuestión kantiana que planteas de deber vs. felicidad porque, aunque no comulgo 100% con Kant en ella, sí lo hago hasta el punto en que la has planteado, y Marx -que desde luego tampoco es infalible, pero tampoco comete los numerosos errores de bulto que injustamente le atribuyes en estos mensajes, donde has llegado a otorgarle un optimismo antropológico a lo Rousseau- también.

    Anders, no es el único pacifista desengañado de las consecuencias inadmisibles de la no-violencia en un mundo dominado por desalmados. Los últimos textos de Luther King van en la misma línea. Otro que erróneamente suele citarse en estas lides es Mandela, que en realidad nunca defendió la no-violencia incondicionada y, de hecho, estuvo en la cárcel acusado de terrorista incluso por la propia Onu que luego tanto le ha ensalzado. Incluso Jesús se convirtió en el "tío de la vara" en una ocasión muy concreta, precisamente con los que habían convertido el templo en un mercado... qué curioso ¿verdad?

    Mi impresión, querido Pepe, es que podríamos seguir indefinidamente porque, no podía ser de otro modo, cada punto se ramifica de manera indefinida. Creo que para llegar a un mínimo de entendimiento necesitaríamos unas cuantas tardes con unas cuantas cervezas... eso por lo menos, un abrazo,
    José Luis

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  15. Hola, me ha interesado su opinión respecto al actual gobierno. Por eso me gustaría preguntarle su opinión sobre la política de expulsión de inmigrantes llevada a cabo por Nicolás Sarkozy. ¿Cree que deberiamos hacer lo mismo en España?

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  16. Hola A (-nónimo): creo que tanto en Francia como en España como en la Unión Europea deberíamos hacer buenas leyes y enmendar las malas (como en todo el mundo; pero no depende absolutamente de nosotros). Pero, mientras tanto, cumplirlas. Tengo entendido que Sarkozy ha aplicado una ley vigente en lugar de tomar una decisión meramente política o administrativa, así como que la Unión europea tiene en estudio si la ha aplicado bien o no. Ya veremos lo que resuelve la UE y si quiere lo discutimos entonces, más que pontificar sobre lo que pontifican unos periodistas u otros (aunque también, si quiere, podemos discutirlo.) La política de cumplir las leyes me parece bien. Si quiere, discutimos alguna-s ley-es. En cualquier caso, tengo la impresión de que hay mucho sesgo, arbitrariedad, imprecisión y demagogia en la información, y que en este caso no ha habido excepción. Yo creo que si se tolera todo entonces la tolerancia pierde su sentido. Y que la tolerancia o la intolerancia legal no debe hacer acepción de personas ni grupos: una situación ilegal o intolerable lo es, con independencia de que, de hecho, haya o no contingente coincidencia con grupos o personas identificables. En dos palabras y sin más precisión en principio: no tengo oposición de principio a que se expulse de un país a quienes no cumplen (por lo que sea, que puede ser lamentable, pero no menos real) los requisitos para integrarse civilizadamente en él. Ni exijo de ningún país o persona la omnipotencia que se le supone a Dios para resolver problemas y situaciones lamentables. A quien lo exije, sí le exigiría que nos enseñe con su ejemplo personal cómo se puede tolerar lo intolerable.

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  17. http://www.youtube.com/watch?v=lhkh7w1seJQ&feature=related

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  18. Dr Ramos!
    Que soy esa alumna que seguro que habrás olvidado ya,sí esa que está en 4 de la ESO en el IES Sierra Sur.Esa que se gradúa este sábado a las 9 ya lo sabe usted.¿Vendrá verdad?
    Un escape para vernos se lo merece porfa que nosotros le queremos mucho.Que sino se perderá una sorpresa que le tenemos preparada a todos los profesores (incluido usted)
    Un saludo de su alumna María y nos vemos este sábado (eso espero).

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  19. Por fin. Después de años de adoctrinamiento en la sodomía, la anarquía y el islamismo radical, el ministro de educación del nuevo gobierno del PP, José Ignacio Wert, ha anunciado que la asignatura Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos sería sustituida por otra llamada (¡atención!) Educación Cívica Constitucional. Según el ministro, la nueva asignatura estará «libre de cuestiones controvertidas». ¿De qué cuestiones hablamos? Hombre, pues todos nos las imaginamos, ¿no?

    Por ejemplo: los homosexuales. Hombre… los homosexuales. ¿Realmente hay que llamarles así? ¿Homosexuales? ¿A los homosexuales? Es que el nombre homosexual suena tan… limpio, tan técnico, tan… que sé yo… BUENO. ¿Por qué no llamarles maricones, que es como siempre se ha dicho en España? Maricón es como más neutro. Así no inducimos a los niños a pensar que los maricones son buenos. Que, EH, ALTO AHÍ, que no digo yo que sean malos, eh. Pero buenos-buenos… no sé. Que eso lo decida cada niño.

    Y ya puestos, ¿por qué hay que hablar de los maricones en el colegio? A ver si vamos adoctrinar a los niños inculcándoles que ser maricón es normal. No seamos fascistas, por favor. Que eso lo decidan los estudiantes. Así que lo mejor es no hablar de maricones. Que cada cual mariconee en su casa, que cada uno se pete lo que quiera escondido en su dormitorio. Porque a lo mejor hay alguien a quien le ofende que haya maricones. Fachas y homófobos, principalmente. ¡Y también hay que respetarlos a ellos, EH! Respeto. RESPETO para aquellos que levantaron España entre el 1939 y el 1975.

    Otra buena medida para respetar todas las sensibilidades políticas sería dejar de llamar dictadura al franquismo. Llamémosle régimen militar, gobierno post-republicano o antesala de la democracia. Porque la dictadRÉGIMEN MILITAR hizo mucho bien a España. ¡Que modernizó el país, oiga! ¿Cuántos pantanos había en la República? Podrías contarlos con una mano a la que le han amputado los cinco dedos. Y ahora, mire, mire, QUÉ PEAZO PANTANACOS. Que sin pantanos España no hubiera entrado en la Unión Europea, eh. Y todo eso a cambio de sacrificar minucias. Nada, solo los derechos humanos y todos aquellos que se pronunciaban contra el régimen. ¡Pero incluso eso fue bueno! Con tanto muerto fertilizando la tierra, salían unas verduras y unas frutas como perlas del collar de Carmen Polo. Si es que la agricultura española es lo que es gracias a las ejecuciones franquistas…

    Y de los inmigrantes… uf, mejor no hablar tampoco de los inmigrantes en el colegio. Vienen aquí y encima piden comprensión. Que se queden en su país, con sus costumbres chungas, pudriéndose bajo sus regímenes totalitarios, encarcelados en jornadas laborales de 25 horas diarias en las que fabrican componentes electrónicos y ropa barata con la que se viste la clase media española. No queremos ver vuestros burkas en el transporte público: solo queremos vuestros iPods.

    Como ven, es extremadamente complejo organizar una asignatura sobre civismo que tenga en cuenta el variado tejido cultural de España. Afortunadamente, en el sistema educativo español ya hay una asignatura basada en el sentido común y los valores compartidos por todos los ciudadanos: RELIGIÓN. De hecho, en España hay dos tipos de niños: los que cursan la asignatura de Religión y los que van al infierno. Y si un padre desalmado envía voluntariamente a su hijo hacia las llamas de Satán, los Servicios Sociales deberían llevarse al niño y darle una educación como Dios manda. Porque cuando está en juego la Salvación Eterna, aquí no hay respeto que valga.

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    1. No sé cómo no me he enterado de esta entrada. Muchas gracias, Sr. Anónimo, por elegirme para la discusión o la conversación o el intercambio de palabras. Perdón por el retraso. Me he enterado por la última entrada, que respondo enseguida, pero antes, sin pensármelo nada, respondo algo brevísimamente a su sarta de desahogos:
      Ni don Juan ni Juanillo. En el término medio está la virtud. No ser homófilo no implica ser homófobo. No ser homófobo no implica aceptar acríticamente cualquier pretensión o pretendido derecho de los que califican de homófobos a quienes no piensan como ellos. La homosexualidad no es un ideal que reproducir ni una alternativa igual o normal en absoluto, a no ser que cambiemos arbitrariamente el sentido de las palabras a nuestro irreflexivo gusto. A no ser que hubiera un referendum mundial que decidiera cambiar la identidad psicofísica de los humanos y propugnara la mutación hacia la homosexualidad, se trata de una realidad que merece respeto, pero no fomento. Respeto y derechos de convivencias y pensiones y etc., menos lo que no pueden ser ni deben: "progenitores" en igualdad de condiciones con los heterosexuales; ni "matrimonio", porque el pan es pan y el matrimonio matrimonio y la unión homosexual, unión homosexual, pero no matrimonio: esa infundada pretensión procede del complejo, la ignorancia y la irresponsabilidad.
      Sobre inmigrantes, anónimo, el problema se acaba si Ud. nos dice su dirección donde acogerá generosa y amablemente a todo tipo de inmigrante para favorecerlo con su omnipotencia de modo omnímodo. Ya que no hay límites, y señalarlos es de fachas, y Ud. no es facha ni tiene límites sino que es como Dios, pues hala, su dirección, por favor.
      Y también estoy de acuerdo con Ud. en cambiar los nombres de las cosas y llamarlas como corresponde: nada de defensa de la República contra el fascismo (que no ha habido en España más que en el minúsculo y ridículo gesto falangista, históricamente inocuo), digamos claramente revolución comunista provocadora del alzamiento nacional y felizmente fracasada (qué habría sido de España si ganan los rojos...)

      La religión es para canallas que merecen el infierno y disimulan atendiendo benéficamente a los damnificados por los demagogos progres. Así que quitamos la religión y dejamos adoctrinamiento progre. Nada de educación constitucional imparcial: ni que estuviéramos en un país con Constitución democrática de Derecho donde hay que respetar la legítima pluralidad.

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  20. Es curioso, pero desde que gobierna el PP no escribe entradas nuevas a pesar de que ellos tampoco cumplen lo que prometieron... Por esta hipocresía es por lo que la democracia actual no funciona.

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    1. Creo que lo aviso en mi identificación personal del blog, pero lo aclaro aquí: escribo en otro blog que pertenece al Club de la Constitución fundado en Granada, y que tiene página web propia (http://www.clubdelaconstitucion.com). Por eso tengo abandonado este blog personal. Seguramente voy a retomarlo y abandonar aquel. Por de pronto, lo remito a mis entradas en ese blog, donde pongo de vuelta y media, como hojita de perejil, al actual gobierno del Sr. "Rajao" (un cobarde y un traidor, sencillamente), así como aviso que voy a trasplantar a este blog las entradas del otro.
      A disfrutar. Saludos.

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